Una onomatopeya es una palabra que representa un sonido o un fenómeno visual. Consiste en la imitación de una determinada voz o imagen representativa. A su vez, se llama onomatopeya la figura retórica en la que se utilizan estos sonidos para reemplazar otra palabra o para dar énfasis a una determinada frase.
Existen una serie de principios para la creación de una onomatopeya, es decir que muchas de ellas se encuentran lexicalizadas y sistematizadas. En ciertos géneros literarios, como el cómic, son fundamentales, pues ayudan a darle a la imagen una intensidad mayor, reproduciendo un determinado sonido. De hecho, en este género, muchas veces aparecen variaciones que ayudan a expresar los matices que el autor necesite en cada situación.
Entre las onomatopeyas que imitan sonidos podemos mencionar el «pío, pío» de los pajaritos o el «¡pum!» de un disparo; mientras que entre las onomatopeyas visuales está el «zigzag» que representa un andar oscilante.
Aqui tienen un PDF para trabajar las onomatopeyas
A veces las onomatopeyas se confunden con las interjecciones, sin embargo, no son exactamente lo mismo. La distinción reside en que mientras que una onomatopeya imita un sonido real, una interjección sirve para expresar una sensación repentina. Una onomatopeya puede ser “plaf” mientras que la interjección que surge de la reacción puede ser “¡Ay!” Las interjecciones pueden ir de más a menos vulgares, pero siempre persiguen un mismo objetivo, poner en palabras ese sentimiento súbito. Hay algunas que se asemejan a onomatopeyas, aunque no lo son; tal es el caso de ¡OH! o “ah”; sin embargo, éstas son palabras mientras que las onomatopeyas no lo son, sino vocablos que expresan sonidos.
A veces las onomatopeyas se confunden con las interjecciones, sin embargo, no son exactamente lo mismo. La distinción reside en que mientras que una onomatopeya imita un sonido real, una interjección sirve para expresar una sensación repentina. Una onomatopeya puede ser “plaf” mientras que la interjección que surge de la reacción puede ser “¡Ay!” Las interjecciones pueden ir de más a menos vulgares, pero siempre persiguen un mismo objetivo, poner en palabras ese sentimiento súbito. Hay algunas que se asemejan a onomatopeyas, aunque no lo son; tal es el caso de ¡OH! o “ah”; sin embargo, éstas son palabras mientras que las onomatopeyas no lo son, sino vocablos que expresan sonidos.
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