Mantener hidratado el aparato fonatorio bebiendo un mínimo de 1,5 litros diarios de agua y, si es necesario, realizando vahos para humedecer la laringe y eliminar mucosidad.
Respetar el descanso nocturno. Un cuerpo cansado habla cansado. Si la voz es el resultado del estado de nuestro cuerpo, el cansancio produce tensiones musculares que afectan a la postura y a la respiración y, finalmente, a la voz.
Calentar la voz antes de usarla, es decir, realizar ejercicios antes de llevar a cabo el esfuerzo vocal, tal y como lo hacen los actores antes de salir a escena. Por ejemplo, puede ser adecuado cantar bajo la ducha o en el coche mientras se escucha la radio.
Hablar a una velocidad que nos permita coordinar adecuadamente la respiración con la voz. Para controlar un habla excesivamente rápida se debe intentar vocalizar tanto como se pueda.
Cuidar la postura y la respiración. Para ello, se deben buscar puntos de apoyo (mesa, silla, pared) para conseguir más fácilmente el asentamiento corporal y favorecer la coordinación fonorrespiratoria.
En las comidas. Antes de utilizar la voz se ha de ingerir alimento en su justa medida (ni mucho, ni poco) para evitar un estómago excesivamente lleno que favorezca los reflujos y pueda irritar la laringe.
También hemos de cuidar la temperatura de lo que se ingiere y evitar alimentos excesivamente calientes o fríos.
Hablar proyectando la voz en todas las direcciones usando los resonadores.
Acompañar la voz con el gesto y el movimiento, lo que favorece su proyección y la relajación.
Conductas perjudiciales
Engloban todos aquellos hábitos perniciosos que NO favorecen el cuidado de la voz:
Descuidar la hidratación. Hay que evitar todo aquello que no favorezca la hidratación, como, por ejemplo, beber poco, respirar por la boca, abusar de aires acondicionados o calefacciones que resequen en exceso el ambiente.
Engloban todos aquellos hábitos perniciosos que NO favorecen el cuidado de la voz:
Descuidar la hidratación. Hay que evitar todo aquello que no favorezca la hidratación, como, por ejemplo, beber poco, respirar por la boca, abusar de aires acondicionados o calefacciones que resequen en exceso el ambiente.
Fumar o beber alcohol, dado que constituyen sustancias irritantes para el aparato fonatorio.
Utilizar ropa que oprima la zona diafragmática (cinturones, fajas, corsés), ya que no favorecen la respiración.
Gritar en exceso y continuamente o, por el contrario, hablar susurrando. Ambas situaciones suponen un sobreesfuerzo vocal.
No es recomendable hablar más de 20 horas semanales, ni 4 horas diarias seguidas(voz proyectada).
Por último, cabe señalar que si la disfonía dura más de 15 días o aparece de manera crónica es necesario visitar al médico quien podrá determinar la causa de la patología vocal.
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